sábado, 21 de dezembro de 2013

O ENIGMA DE LULA



Emir Sader (1943) é um sociólogo e cientista político brasileiro; graduado em Filosofia pela Universidade de São Paulo, mestre em Filosofia Política e doutor em Ciência Política por essa mesma Universidade;  marxista,colabora com publicações brasileiras e estrangeiras sendo membro do conselho editorial da reputada revista inglesa,  New Left Review. Foi presidente da Associação Latino-Americana de Sociologia (ALAS, 1997-1999) e é um dos dinamizadores do Fórum Social Mundial. Eis o texto referido:


El éxito de Lula como líder político de proyección mundial generó una especie de consenso a escala internacional. Hubo países —como Argentina o Perú— en los que todos los sectores políticos reivindicaban al líder brasileño. Cada uno haciendo su lectura de lo que había supuesto el mandato de Lula, reivindicándolo en contra de otras fuerzas políticas de gobierno o de oposición.
La prioridad de las políticas sociales en el Gobierno de Lula ha permitido que Brasil —el país más desigual del continente y del mundo—, por primera vez, haya conseguido grandes avances en la lucha contra la desigualdad, la pobreza y la miseria. Sin mayores análisis, de parte de algunos, de las condiciones que han permitido esos avances.
En Brasil, Lula sufrió una fuerte oposición de la derecha y de la extrema izquierda. La derecha no pudo asimilar el éxito —interno y externo— de Lula, aun más después del fracaso del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Primero intentaron silenciar las transformaciones que Brasil ha vivido. A continuación, trataron de atribuir los éxitos a una situación internacional favorable. Pero cuando ésta cambió radicalmente hacia un escenario negativo, se apresuraron a anunciar que el modelo de progreso propuesto por Lula ya se había agotado. La economía ya no lograba crecer como antes, nos encontrábamos al final de un ciclo.
Por su parte, la extrema izquierda creyó que Lula les había “traicionado”, que sus políticas daban continuidad al Gobierno de Cardoso y que pronto sería repudiado por el pueblo. Nada de eso ocurrió, el Ejecutivo de Lula pudo superar la ofensiva de sus opositores, a los que derrotó en 2005 cuando fue reelegido. En 2010 fue su sucesora, Dilma Rousseff, la que se hizo con la presidencia del país al contar con la confianza del pueblo brasileño. Lula salió del gobierno con un 83% de apoyo y un 3% de rechazo, a pesar de tener el monopolio de la prensa privada en su contra.
Cuando surgieron las manifestaciones de junio de este año, el coro —de la derecha y de la extrema izquierda— volvió a subir de tono. El encanto de Lula había terminado. El Gobierno del PT, después de más de 10 años al frente del país, se venía abajo ante las manifestaciones populares. Todo había sido una ilusión pasajera —de 10 años—, pero finalmente todo fracasaba: Brasil, Lula, Dilma y el PT.
No logran entender el motivo por el cual Dilma es más favorita que antes y Lula aun más popular después de que en junio se sucedieran las manifestaciones.
Pero lo cierto es que quien no logra descifrar el enigma de Lula, termina devorado por él. Pasó así con la derecha y con la extrema izquierda brasileña, y ahora también con sus críticos internacionales.

Dilma es ampliamente favorita para ser reelegida —incluso en primera vuelta— y Lula tiene aun más popularidad que ella. Las previsiones negativas respecto a Brasil no han descifrado el enigma Lula y son devoradas por él.
Y es que Lula supo, mejor que nadie, jugar la partida en la lucha por la superación del modelo neoliberal dando prioridad a las políticas sociales, el lado más frágil del neoliberalismo. En segundo lugar, la primera medida de su política internacional fue su rechazo frontal al proyecto que plantea el ALCA, del que Brasil y EEUU habían quedado en dar los arreglos finales. Fue ese bloqueo de Brasil lo que frenó el proyecto y abrió espacios para la integración regional, centrales en los gobiernos progresistas de América Latina.
Para complementar, Lula supo reaccionar con determinación a la crisis recesiva internacional que tuvo su inicio en 2008, haciendo que el Estado brasileño actuara de forma claramente anticíclica, valiéndose de los bancos públicos de Brasil.
Con esto y el éxito de la política internacional brasileña, Lula se ha proyectado como el más importante líder popular contemporáneo —como lo ha reconocido Perry Anderson, que lo situó junto a Nelson Mandela en esa posición—. Uno en el combate al racismo, el otro en el combate al hambre.
¿Por qué el éxito de Lula incomoda? Incomoda a la derecha, porque su referencia esencial, Fernando Henrique Cardoso, fracasó donde Lula tiene éxito. Todas las fuerzas progresistas de los países quieren identificarse con Lula, que a su vez se proclama de izquierda y apoya a los candidatos de izquierda.
Incomoda a la extrema izquierda, porque Lula logró hacer viable un gobierno con un inmenso apoyo popular, de amplias alianzas, que ha logrado lo que ningún otro gobierno había logrado en términos de políticas sociales y de reconocimiento por parte del pueblo.
Hoy Lula desarrolla intensas actividades a partir del Instituto Lula, tanto hacia América Latina como hacia África, además de todo el trabajo que hace por su propio país. En una reunión reciente, realizada en Santiago de Chile, se han elaborado y discutido propuestas de integración latinoamericana en coordinación con el BID, con la CEPAL y con la CAF.
Al mismo tiempo, en el Instituto Lula se elabora un documento que se denomina Informe Lula, que incorpora los discursos que el ex presidente brasileño desarrolla en sus constantes reuniones con intelectuales, con dirigentes políticos y sociales de varios países y continentes, con organismos internacionales, así como cuando recibe los incontables títulos de Doctor honoris causa en universidades. El documento pretende convertir los análisis en propuestas de integración regional en varios planes. Un documento que debe ser lanzado en 2014, con grandes eventos y debates constantes en varios países.

En un mundo donde han desaparecido los grandes estadistas, donde cada uno parece dedicarse a defender los intereses inmediatos de su país, el liderazgo de Lula se proyecta con más fuerza todavía. Porque él representa la visión y las propuestas del Sur del mundo y de América Latina en particular, la prioridad del combate al hambre, la relevancia que África debe tener en el mundo, la posibilidad real de subrayar las dificultades producidas por el neoliberalismo y construir alternativas reales y posibles de un mundo más justo, menos desigual, más humano. De ahí su liderazgo, aun cuando ya no es Presidente, sabe encarnar las necesidades urgentes del mundo de hoy.

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