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segunda-feira, 25 de janeiro de 2010

Crise na esquerda chilena?




O resultado das recentes eleições presidenciais chilenas representou uma importante derrota para a esquerda e pode ter surpreendido quem acompanhasse mais distanciadamente o que se vai passando na América Latina.

E, no entanto, se é exagerado qualificar essa derrota como inevitável, há muito no horizonte chileno que se acumulavam sinais que a tornavam uma contrariedade possível. Hoje, sabemos que esses sinais não configuravam um engano.

Por isso, acho útil colocar à disposição dos leitores deste blog um sugestivo texto publicado no jornal argentino Página 12, da autoria de Santiago O’Donnell. O escrito intitula-se, significativamente, Puñales e contém elementos informativos que não se encontram habitualmente reunidos em textos publicados na imprensa europeia de grande circulação. Eis o texto:

“ Es verdad, Chile dio al mundo un ejemplo de transparencia y convivencia política en las elecciones del domingo pasado. Pero cuando se apagaron las cámaras empezó un festival de puñaladas en la espalda entre los líderes de la Concertación. No bien Eduardo Frei había terminado de admitir su derrota, el ex presidente Ricardo Lagos dio inicio a las hostilidades al tomar el micrófono para decir que el pueblo chileno había hablado y había que dar paso a la nueva generación. El discurso no le cayó nada bien a Frei y al eterno presidente del partido socialista, Camilo Escalona, ni a la presidenta Michelle Bachelet, que fue la principal sostenedora de Escalona contra los embates del ex socialista Marco Enríquez-Ominami durante la campaña presidencial. Lagos es el referente del PPD, uno de los partidos chicos de la Concertación, junto con el Partido Radical. Y en las filas del PPD se alistan dos de las principales figuras de la “nueva generación”, la jefa de la campaña Carolina Tohá y el senador Ricardo Lagos Weber, hijo del ex presidente.
Esa noche se sumó a la refriega el presidente del partido demócrata cristiano, Juan Carlos Latorre, el partido de Frei, que culpó por la derrota a su principal socio en la Concertación, el Partido Socialista. Latorre dijo que las candidaturas de los ex socialistas Jorge Arrate por el Partido Comunista y Marco Enríquez-Ominami como independiente, habían dividido el voto de la Concertación en favor del ahora presidente electo Sebastián Piñera, el candidato de la derecha unificada. Como que los socialistas no habían podido contener a sus propios cuadros y disciplinarlos detrás del candidato consensuado por todos los partidos de la Concertación.
La evaluación de Latorre estaba cargada de cinismo. Es cierto, el Partido Socialista no había podido contener a Arrate y a Enríquez-Ominami, justamente por no permitirles presentarse en una elección primaria contra Frei, el candidato demócrata cristiano, para dirimir la candidatura de la Concertación. Y no los dejaron presentarse precisamente para evitar una fractura en la Democracia Cristiana, que venía muy golpeada después de perder dos internas consecutivas contra candidatos socialistas. Si ganaban la interna otra vez los socialistas, el miedo era que la mitad de la Democracia Cristiana se mudara a la coalición de la derecha.
Después saltó a la refriega José Antonio Gómez, ex presidente del Partido Radical, el otro partido chico de la Concertación. Gómez dijo que la culpa la tenían los jefes de la Democracia Cristiana, el socialismo y el PPD porque aceptaron que el candidato se elija a dedo. Los radicales, en cambio, se habían opuesto y habían conseguido una “preprimaria” en la que su candidato había sido fácilmente derrotado. La “autocrítica” de Gómez era no haber luchado lo suficiente por sus ideas. Cuando renunció a la presidencia de su partido en plena campaña de ballottage, con la esperanza de que los demás presidentes lo imitaran para dar paso a la tan reclamada “renovación”, sólo lo siguió Pepe Auth, presidente del PPD. En cambio, los dinosaurios Escalona y Latorre, los de los partidos grandes, los que realmente importaban, se atornillaron a sus sillones y siguieron ahí, como un lastre, durante toda la campaña. Hasta el día de ayer, cuando finalmente renunciaron (a Latorre la DC le rechazó la dimisión)..
A las críticas de Gómez se sumaron las del presidente interino que lo había reemplazado, Fernando Meza, quien le apuntó los cañones directamente a la presidenta Bachelet y su ministro de Economía Andrés Velazco, las figuras políticas con el más alto índice de aprobación de Chile. Según Meza, Bachelet tardó demasiado en alinearse detrás de Frei y Velasco tendría que haberles aumentado el sueldo a los maestros en vez de ahorrar tanto y dejarle a Piñera el aumento servido en bandeja.
Acto seguido el diputado Meza tuvo la delicadeza de pactar un acuerdo parlamentario con la derecha a espaldas de los popes de la Concertación, ganándose el mote de “traidor” de toda la Concertación. El escándalo obligó a Meza a renunciar a su cargo partidario y abortó el acuerdo para rotar la presidencia de la Cámara Baja entre los radicales y los partidos de la coalición de la derecha.
Todos esos reproches y pases de facturas demuestran la dificultad para absorber una derrota que a todas luces fue autoinflingida. Los chilenos estaban más que conformes con las políticas públicas de los gobiernos de la Concertación, con el manejo de la economía. Perdieron porque los cuatro presidentes de los partidos, cuatro iluminados, decidieron elegir el candidato de la Concertación en vez de dejar esa elección en manos de la gente, por temor a que la gente se equivocara. Y se equivocaron ellos porque eligieron un candidato “fome”, como dicen los chilenos, para colmo una figurita repetida. A los chilenos no les gustó el candidato y tampoco la forma en que lo eligieron, y no lo votaron. Encima los excluidos se presentaron por afuera y sus críticas a la Concertación fueron capitalizadas por la derecha en la segunda vuelta. Es cierto lo que dice Atilio Boron que al parecerse tanto Frei a Piñera fue más fácil para los votantes pegar el salto, pero no fue la ideología el causal de la derrota. Es más, los votantes de izquierda, los que más podrían disentir con el perfil socialdemócrata de Frei, fueron sus votantes más fieles. Los que se fueron, liberales, independientes, centristas, lo que sea, se fueron no por ideología sino por desacuerdos con una cultura política que consideran anquilosada y anticuada.
Piñera no tuvo que hacer demasiado, más allá de despegarse del legado de Pinochet, unificar a la tropa detrás de su candidatura, repetir la palabra “cambio” cada vez que abría la boca y hacer la plancha mientras la Concertación se enredaba en sus propias telarañas. Piñera no era un candidato invencible ni mucho menos. Ya había perdido en la elección anterior contra Bachelet por un margen importante. Y encima viene a representar al neoliberalismo en plena crisis del neoliberalismo ante un electorado que venía votando centroizquierda desde que le devolvieron el voto. Su encanto radica en que es el más argentino de los candidatos chilenos. En una sociedad ordenada y estructurada por demás, Piñera es el vivo, el piola, el tipo que se hace millonario con un negocio que no se le ocurrió a nadie, que juega siempre al límite de lo legal, que se come multas por usar información privilegiada en la compraventa de acciones. Un tipo que toda la vida se dedicó a la especulación, tanto política como financiera, y que se vende como emprendedor. Un díscolo, un rebelde entre los políticos de la derecha, que se da el lujo de diferenciarse en temas progre como el matrimonio gay porque es dueño de medio país y tiene plata para armar equipos de campaña y controla medios de comunicación y es el dueño de Colo Colo. Un tipo con algunas cualidades que muchos chilenos admiran, pero al que nadie considera un estadista o una autoridad moral. No lo votaron por sus ideas. Ya intentó meter mano en Codelco, la minera estatal, con una modesta inyección de capital privado, pero se chocó contra una pared. Ya tuvo que prometer que no va a tocar la red social que armó la Concertación. Ya tuvo que reconocer que Bachelet hizo una gestión “excelente” y que él no se va a apartar mucho de esa línea.
Entonces es más difícil digerir la derrota y por eso los puñales están a la orden del día. Todo muy lindo con el traspaso ejemplar. Pero la derrota de la Concertación, cuando tenía todo para ganar, dejó otro mensaje para el mundo y sobre todo para sus vecinos.
Porque el problema no estuvo en la ideología, ni en la economía, ni en la gestión.
Parafraseando a Bill Clinton: es la participación, estúpido.”

domingo, 13 de dezembro de 2009

Mais Chile.

Para completar o texto que acabo de reproduzir, eis um outro transcrito do jornal mexicano "La Jornada", também sobre as eleições chilenas que estão hoje a decorrer. Como diz um título do texto: "Chile elegirá mañana presidente; derechista Piñera es favorito". Esclarecendo que ele "Se impondría con 44%, seguido del oficialista Eduardo Frei, 31. Sin embargo, no sería suficiente para librar la segunda vuelta."

" Chile elegirá presidente este domingo por quinta vez tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, con el empresario derechista Sebastián Piñera como favorito aunque previsiblemente no con la adhesión suficiente como para amarrar un triunfo en primera vuelta.
Unos 8.3 millones de chilenos están inscritos para elegir al sucesor de la presidenta Michelle Bachelet, en unas elecciones en que también se renueva la totalidad de la Cámara de Diputados, de 120 miembros, y 20 de los 38 escaños del Senado.
Piñera, un multimillonario empresario de 60 años, se impondría con 44 por ciento, seguido del oficialista Eduardo Frei (31), el independiente de izquierda Marco Enríquez (17) y el comunista Jorge Arrate (7), según una última proyección electoral.
Su adhesión no le permitiría; sin embargo, a Piñera amarrar un triunfo en primera vuelta, forzando un balotaje que se realizaría el 17 de enero, posiblemente frente a Frei, un ex presidente (1994-2000) que representa a la coalición de centro izquierda Concertación, que gobierna Chile desde 1990 tras el fin de la dictadura de Pinochet.
En esa eventual segunda vuelta el desenlace es incierto, pues la tendencia en las últimas dos elecciones presidenciales (1999 y 2005) muestra definiciones por estrecho margen.
La última proyección del prestigioso Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC) calcula que en una segunda vuelta Piñera tendría 49 por ciento de votos frente a 32 de Frei, aunque analistas remarcan lo difícil que es prever este escenario antes de la primera vuelta.
"Puesto que el triunfo en primera vuelta está prácticamente descartado, cualquiera que sea el escenario que enfrente Piñera será desafiante. La centro derecha nunca hasta ahora ha sabido librar una campaña competitiva en segunda vuelta", recordó este sábado el politólogo Héctor Soto.
"Ahora sea mayor o menor a 10 puntos la diferencia que lo separe de Frei, se la va a tener que jugar en serio. Será otra campaña", agregó Soto, en alusión a la diferencia de votación que muchos analistas prevén será clave para determinar las opciones de Piñera.
Desde ya Frei -si pasa- cuenta con el apoyo de Arrate, el candidato del Partido Comunista, un economista y ex ministro de Salvador Allende, que se comprometió a sellar una alianza con el oficialismo para evitar el triunfo de la derecha.
Enríquez, disidente del oficialismo, se ha negado a adherir a ese pacto, confiando aún en dar una sorpresa.
El candidato, un cineasta de 36 años hijo de un guerrillero abatido por la dictadura de Pinochet en 1974, conminó a sus rivales de izquierda a apoyarlo a él, sosteniendo que su candidatura es la única capaz de derrotar a Piñera.
"Si lo que convoca a mis contendores es derrotar a Piñera, yo los convoco a que se sumen a mi candidatura, que es lo única capaz de ganarle", señaló.
Las cifras lo respaldan: según la CERC, de los tres candidatos es el que mejor posibilidad tendría ante Piñera en una segunda vuelta.
Pero si, como prevén las encuestas, Enríquez es tercero, su caudal puede ser decisivo para inclinar la balanza hacia Frei o Piñera.
Piñera, dueño de una fortuna valuada en más de mil 200 millones de dólares llega a las elecciones señalando que "el tiempo de la Concertación ya pasó; hace mucho tiempo que la Concertación se agotó".
Frei, quien ha recibido el apoyo de la muy popular presidenta Bachelet (termina su gobierno con un apoyo entre 75 y 80 por ciento), ha realizado una campaña opaca, según la mayoría de analistas, ensombrecido por Enríquez, quien ha tomado las banderas de la renovación de centro izquierda.
"No demos pasos para atrás ni un salto al vacío", ha señalado Frei en referencia a la necesidad de continuar la obra de la presidenta Bachelet.
El domingo la jornada electoral se inicia a las 07:00 locales (10:00 GMT) y culmina nueve horas después. Los cómputos oficiales, con un alto porcentaje de las mesas escrutadas, se conocen el mismo día de noche. "

Hoje, eleições no Chile.

Hoje,há eleições presidenciais no Chile. Mais uma vez, recorro ao jornal argentino Página 12, para transcrever dele um artigo de Santiago O'Donnell que mostra com clareza e em termos sintéticos o significado destas eleições e uma previsão quanto aos resultados. Ei-lo:

"Empezó la veda electoral. Tras el último mensaje de los candidatos sobre el filo de la medianoche de anteayer, las campañas descolgaron sus carteles y se llamaron a silencio. Dos días para pensar bien el voto, de los cuales ahora queda uno. Una elección que se va decantando hacia un escenario con ballottage entre el candidato de la derecha, en este caso Sebastián Piñera, y el de centroizquierda, en este caso Eduardo Frei, como es habitual en Chile desde el retorno de la democracia en 1990. Hasta ahora, en ese escenario siempre ganó la Concertación del centroizquierda. Pero esta elección es distinta.
Cualquiera sea el resultado de las elecciones de mañana y del eventual ballottage del mes que viene, el mapa político chileno ya no será el mismo, dijo a Página/12 el reconocido sociólogo de la Universidad de Chile Manuel Antonio Garretón. Según Garretón, la novedad es que hasta ahora las fuerzas democráticas abroqueladas alrededor del “No” en el plebiscito pinochetista de 1988 hasta ahora presentaban una sola candidatura, con la excepción de los comunistas, que siempre llevaban su propio candidato. Esas fuerzas iban unidas a la primera vuelta y sumaban a los comunistas en el ballottage. Así, los votos siempre alcanzaban para derrotar a la derecha, esa derecha que expresaba el proyecto económico de Pinochet y en gran parte también su proyecto político. “Esta vez las fuerzas del ‘No’ enfrentan a un único candidato del frente opositor con tres candidatos. Quiere decir que nadie representa a las fuerzas democráticas en su conjunto”, dice el sociólogo, al teléfono recién llegado de Colombia y a punto de partir hacia Argentina. “Chile sigue siendo un país de centroizquierda. Por eso la derecha no puede ganar, pero puede perder la Concertación.”
Hoy están más menos así: Piñera (derecha) con 45 puntos de intención de voto, cerca del techo histórico de la derecha. Frei (Concertación) con 32 puntos, Enríquez-Ominami (ex Concertación) con 20 puntos y Arrate (izquierda) con seis puntos. Si Frei consigue achicar un par de puntos la diferencia y el voto del “No” se abroquela es posible que Piñera no consiga sumar en el ballottage los cinco puntos que necesita para ganar la presidencia. Pero si la diferencia empieza a acercarse a los quince puntos, entonces es posible que algunos votantes de Enríquez-Ominami decidan patear el tablero y darle sus votos a la derecha para manifestar su descontento por las mismas razones que los hicieron abandonar la Concertación.
Pase lo que pase, el espacio de la Concertación sufrirá una transformación profunda, anticipó Garretón. “Si pierde habrá una estampida. No habrá un traspaso a la derecha, sino una centrifugación, un reordenamiento en el mapa político de la oposición. Como Piñera no va a poder gobernar con la derecha dura, va a proponer un gobierno de unidad y algunos individuos o grupos seguramente aprovecharán ese espacio.”
¿Y si gana Frei? “Si gana Frei, deberá encarar un proceso de refundación del espacio político. Tendrá que ampliar la Concertación y llegar a acuerdos políticos con los sectores que representan Arrate y Enríquez-Ominami. Por eso digo que en estas elecciones estamos ante un panorama que hasta ahora no había existido.”
Garretón no es el único que percibe el cambio de escenario. En su discurso de cierre de campaña en Concepción, bajo una gigantografía de su padre asesinado, Frei ensayó una fuerte autocrítica: “Sabemos que tenemos un déficit, que faltan cosas, que hay que avanzar... Chile necesita cambios, nuestra política tiene que renovarse completamente para dar pie a nuevas generaciones”.
Consciente del peligro y sin chances de liderar la coalición, Arrate llamó al diálogo político, que Frei no dudó en aceptar. En cambio, Enríquez-Ominami usó sus últimas palabras para insistir en que un voto por él es un voto útil. Dijo que es el único candidato competitivo con Piñera y prometió un gobierno progresista y más Estado. Entre promesas a los pobres y llamado a ejercer mano dura policial, Piñera tampoco se privó de hablar de la interna del “No” en su discurso de cierre de campaña. Dijo que la autocrítica de Frei había llegado demasiado tarde y prometió gobernar “con los más calificados, no los más acomodados”.
Para Garretón, lo de Piñera es pobre. “Si uno examina la campaña de Piñera es evidente que no hay un proyecto. El dice que es el mejor candidato, que se ha preparado cuatro años, pero no dice lo que va a hacer, salvo que va a haber un cambio. Me hace acordar a Maradona cuando le preguntan por el equipo y se pone hablar de él.”
Sin embargo, ante la crisis interna de la Concertación, la derecha parece haber avanzado. “Yo creo que el pinochetismo tiene vertientes. Una vertiente autoritaria que se manifiesta a través de la UDI (socios de Renovación Nacional, el partido de Piñera, en la Alianza derechista). La otra vertiente es la oligárquica-plutocrática y nadie la expresa mejor que Piñera. Esa vertiente ha sido muy rechazada, porque sociológicamente Chile no es un país de derecha ni de centroderecha. Pero es cierto que en algunos estratos medios, con ciertos niveles de ingresos y consumo, pueden haber perdido su ideología antiplutocrática. Igual no creo que superen el 48 por ciento. Por eso digo que no pueden ganar por sí mismos, pero puede perder la Concertación.”
¿Y cómo se daría esa derrota autoinfligida? Al sociólogo no le parece demasiado feliz la decisión de Enríquez-Ominami de apostar al desmoronamiento de la Concertación para quedarse con sus restos, a riesgo de servirle en bandeja la elección a Piñera. “Creo que Enríquez-Ominami está cometiendo un error. Si dice que la prioridad es derrotar a Piñera debería ser consecuente con sus palabras”, advierte Garretón.
Pero los votantes de Enríquez Ominami no quieren saber nada con la Concertación. ¿Acaso Garretón le está pidiendo a Enríquez-Ominami que sacrifique su caudal de votos?
“La política está hecha de esa forma. No siempre hay que buscar el beneficio inmediato. La política no es sólo Maquiavelo, sino también pensar en el bien del país”, contesta el sociólogo.
En cambio, el análisis de los errores de la Concertación y su anhelada refundación deberán esperar, por lo menos hasta el próximo lunes. “Ese debate no se puede dar a dos días de las elecciones, pero será el tema clave para ir a la segunda vuelta”, apunta Garretón.
Difícil, pero no imposible. El recordado billarista argentino Juan Navarra, dos veces campeón mundial, tenía una frase que usaba en televisión para anticipar el recorrido de una carambola complicada justo antes de intentarla: “Si sale...” "