O político alemão Oskar Lafontaine já foi um dos dirigentes mais carismáticos do SPD , que aliás chegou a liderar. Participou numa cisão desse partido com base na discordância quanto à orientação política do governo Schröder. Hoje, é um dos principais dirigentes de uma novo partido: Die Linke (A Esquerda). As sondagens atribuem-lhe 13%, ao mesmo tempo que reduzem o SPD a uns os magros 29%, se os compararmos com os seus resultados habituais.
No diário espanhol "Público", é hoje publicada um entrevista sua, pela qual é responsável Juanma Romero. Uma vez mais, resolvi difundi-la neste blog, por me parecer um documento político do maior interesse. Registo, aliás,a qualiade dest "jovem" diário do país vizinho, que tarda em ter uma presença visível nas nossos quiosques de venda de jornais.
Oskar Lafontaine é identificado como sendo Copresidente do partido "A esquerda", dizendo-se que este ex-líder do SPD "dejó esta formación en 2005, convencido de que las reformas de Schröder estaban traicionando los valores de la izquierda y abriéndose demasiado al neoliberalismo". Eis o texto da entrevista:
" No la suelta de su boca. Taladra con ella todas sus respuestas. Dibuja por oposición el espejo antagónico. “Neoliberalismo”. Su palabra fetiche. Aquella que combate, en un mundo nuevo, el nuevo Oskar Lafontaine (Sarre, Alemania, 1943). Ex presidente de su land (el equivalente a nuestras comunidades autónomas), ex presidente del SPD, ex ministro (efímero, muy efímero) de Finanzas del primer Gabinete de Gerhard Schröder. Le suena a pasado.
Desde junio, su proyecto se llama Die Linke (La Izquierda), el partido nacido de la confluencia de los ex comunistas del Este y los desengañados del SPD. Sus aliados son ahora también más zurdos: de la relación casi fraternal con Alfonso Guerra y el PSOE, ha basculado a la cooperación con IU, que el viernes le trajo a Madrid para debatir sobre la reorientación de la política exterior. Un potente gancho electoral para Llamazares.
" No la suelta de su boca. Taladra con ella todas sus respuestas. Dibuja por oposición el espejo antagónico. “Neoliberalismo”. Su palabra fetiche. Aquella que combate, en un mundo nuevo, el nuevo Oskar Lafontaine (Sarre, Alemania, 1943). Ex presidente de su land (el equivalente a nuestras comunidades autónomas), ex presidente del SPD, ex ministro (efímero, muy efímero) de Finanzas del primer Gabinete de Gerhard Schröder. Le suena a pasado.
Desde junio, su proyecto se llama Die Linke (La Izquierda), el partido nacido de la confluencia de los ex comunistas del Este y los desengañados del SPD. Sus aliados son ahora también más zurdos: de la relación casi fraternal con Alfonso Guerra y el PSOE, ha basculado a la cooperación con IU, que el viernes le trajo a Madrid para debatir sobre la reorientación de la política exterior. Un potente gancho electoral para Llamazares.
Creo que tengo delante al ‘ave fénix’ de Alemania. Eso se dice en su país y también fuera.
Quizá es demasiado rotundo. Pero no negaré que, en dos años, desde que se coaligaron el PDS [los poscomunistas] y la WASG [los occidentales cansados del SPD], hemos cambiado la política alemana desde la oposición. La justicia social ha vuelto a la agenda. Hemos obligado a Merkel a corregir sus medidas, en subsidios de paro, pensiones, salario mínimo... Modestamente, pero ahí están los esfuerzos para llevar la política a la izquierda.
Está disparado. Tercera fuerza y potencial electoral de un 25%.
En las generales de 2005 obtuvimos el 8,7% de los votos y ahora, los sondeos nos otorgan un 10-13%. Mejor ser prudentes. Nos apuntamos haber roto el sistema cuatripartito.
Me pregunto qué reflexiones hizo tras perder contra Helmut Köhl en 1990. ¿Pecó por ser sincero?
Lo he pensado muchas veces. Avisé contra los riesgos de una rápida unificación monetaria de las dos Alemanias. Así ocurrió. Ahora, la economía ha superado algunas dificultades, pero el desempleo es muy abultado, sobre todo en el Este.
Véndame ‘Die Linke’. ¿Qué ofrece de nuevo? ¿Qué tiene de viejo?
Nuestro reto es luchar contra los grandes destrozos que el neoliberalismo ha causado en Alemania. Trabajar por las condiciones de los trabajadores, apostar por una política exterior respetuosa con el derecho internacional. ¡Logramos que se paralizase la privatización del ferrocarril! Los Verdes han tildado de erróneos sus recortes sociales con Schröder. ¡Claro! Lo dijo Jean Jaurès: “El capitalismo acarrea la guerra como las nubes la lluvia”.
¿Y no será difícil mantener la convivencia del PDS y la WASG? ¿Son un partido homogéneo?
Los ex comunistas han evolucionado como en otros países. Yo mismo, cuando propuse la fusión, miré con detalle ambos programas, y eran prácticamente idénticos. Hay mentalidades diferentes, pero como las hay entre vascos o catalanes de un mismo partido. Las discusiones internas no son más agrias que las de otras formaciones.
¿Y el SPD? Le sitúan por debajo del 29%. ¿Ha llegado a tocar fondo?
[Medita] Propongo otra pregunta: ¿va a corregir su política fallida?
Va reculando en los últimos meses
Deberá aclarar si reorienta su programa. Si no, caerá más. También le empujamos. Die Linke ha surgido a raíz de la política equivocada del SPD.
Y del desencanto y de la falta de un líder como Schröder
Lo decisivo es que ni trabajadores ni pensionistas se reconocen en el SPD.
¿Se reforma o se destruye?
Si no cambia, se desplomará, sí.
¿A pesar de Kurt Beck?
El presidente del SPD apoyaba hasta hace poco tiempo la dirección de su partido y del Gobierno. Ahora revisa sus convicciones. De acuerdo. Esperaré a ver cómo evoluciona.
Una eventual alianza con el SPD se cobraría peajes. Freno a las rebajas del Estado del bienestar y...
Retirada de las tropas. Ésa es nuestra línea roja. Dos condiciones básicas.
¿Es compatible la globalización con un Estado grueso?
Por supuesto. El neoliberalismo propala una gran mentira: la sociedad actual, más rica, no puede permitirse un Estado fuerte que sí era viable en una sociedad más pobre. No tiene lógica ese razonamiento. Pero cala.
¿Merkel ha arramblado con el SPD, sus dirigentes y sus ideas?
La CDU sólo ha arañado una ventaja de tres puntos con respecto a 2005. Siete ha bajado el SPD. Merkel habla de justicia social, se ha separado de sus creencias más derechistas, pero su neoliberalismo está ahí. Ha bajado impuestos a las empresas, ha subido el IVA. Los alemanes no palpan el crecimiento.
Es vista como una líder europea.
Son valoraciones. Prefiero hechos. En la cumbre del G-8, en Heiligendamm, Merkel dijo haber arrebatado a Bush un cambio en política medioambiental. Bali lo ha desmontado.
¿Es una canciller de transición?
[Se lo piensa] No puedo predecir cuánto se mantendrá. Pero no tiene agenda propia. Le falta identidad.
Facilitó el Tratado de Lisboa
Quizá contribuyó a que los gobiernos se pusieran de acuerdo. Sin embargo, Europa no debe ser un proyecto antidemocrático, de las grandes empresas, sino de los ciudadanos, a los que no se va a consultar. Craso error.
Le pido una reflexión de la izquierda europea. Ségolène Royal se hundió, Prodi pasa apuros y Zapatero quizá no gane
La izquierda europea ha perdido credibilidad. Se ha abierto demasiado al neoliberalismo, que significa destrucción del orden social. Si regresa a sus orígenes, volverá a ganar.
De ahí sus relaciones con IU
Sintonizamos. Fundamos en 2004 con ellos el Partido de la Izquierda Europea. Queremos promover una nueva izquierda, preocupada por una Europa democrática y social.
Mencionaba la subsistencia del Estado del bienestar. La inmigración es un dilema global
La integración nos preocupa, cómo no. Primero hay que procurar que los inmigrantes aprendan el idioma local y que existan suficientes posibilidades de empleo para todos.
¿Y el terrorismo? ¿Ve una psicosis colectiva por la seguridad?
Son necesarias medidas. Aún más respetar el derecho internacional.
No querría eludir su parecer sobre la política de Zapatero.
No la conozco a fondo. Me impresionó cómo retiró las tropas de Irak.
devo diser. "
Comentário-
Há uma hipoteca política invisível que pesa sobre a esquerda alemã no seu conjunto: não ter sabido encontrar uma solução política que desse corpo a um goveno de esquerda, tal como os resultados eleitorais das mais recentes eleições indicavam. De facto, os democratas-cristãos mais os seus aliados sociais-cristãos conseguiram apenas algumas décimas de vantagem sobre o SPD. A CDU mais os liberais do FDP não bastavam para gerar uma maioria parlamentar.Mas a soma dos deputados eleitos pelo SPD, pelos Verdes e pela Aliança de Esquerda ( hoje, "A Esquerda"), conduzia a uma clara maioria parlamentar. O SPD, contudo, preferiu uma Grande Aliança com a CDU da Srª Merkl. Desapareceu debaixo das asas da nova líder. As sondagens, como atrás se viu, já o assombram, tendo começado a revelar-se algumas clivagens no seu interior.
Se a anemia do SPD levar a SrªMerkl a um segundo mandato, mas desta vez sem o contrapeso dos seus adversários, ninguém sabe como evoluirá no quadriénio seguinte a relação de forças no seio da esquerda alemã. Conservará o SPD o nível de predomínio actual ?
Mas se por um daqueles caprichos da sorte em que a política é fértil, se repetir um resultado semelhante ao das últimas eleições, mas agora com um SPD ainda mais fraco e com os seus parceiros de esquerda mais fortes, dificilmente se poderá repetir uma grande coligação. E se, nestas circunstâncias, acabar por se chegar a uma solução que afaste a direita do poder, poderá então perguntar-se por que não foi ela encontrada mais cedo, de modo a impedir-se o consulado da Srª Merkl.
É visível que, para além destas reflexões, radicadas no incontornável argumento da relação de forças, há uma grande dificuldade política no estabelecimento de uma aliança de esquerda na Alemanha. Bem maior do que a que a implicada por uma inflexão da política do SPD que tivesse tido em conta todas as sensibilidades internas, de modo a retirar espaço a qualquer dinâmica de cisão. Isso não aconteceu, a cisão ocorreu e agora a realidade é a que é.
Mas há outros países em que outros partidos socialistas devenm olhar com atenção para o que vai ocorrendo na Alemanha. De facto, é sempre mais fácil encontrar equilíbrios e chegar a consensos, no quadro de um mesmo partido do que a partir de diferentes instâncias partidárias. E as rupturas serão sempre mais fáceis de prevenir, quando se compreende que a regra da maioria não exprime por si só a natural e desejável diversidade de um grande partido de esquerda.
Por isso, as minorias, especialemente quando bem enraizdas na identidade histórica do partido e na sua projecção futura e quando disponham de uma base social espontânea e duradoura, não podem ser ignoradas politicamente. Politicamente, sublinhe-se, e não apenas convivial e simbolicamente.
De facto, as cisões mais perigosas são as que levam tempo a amadurecer, por derivarem muito menos de protagonismos pessoais de circunstância do que de uma dinâmica social e política profunda e estratégica, eventualmente potenciada por movimentos duradouros de uma parte do respectivo eleitorado para fora do seu voto habitual.
Por tudo isso, se as minorias não devem ser sectárias nem intransigentes, a maioria também não pode ser politicamente autista nem arrogante.
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