Também parece claro que o risco de se fazerem sentir esses efeitos com intensidade semelhante, em países como Espanha, Irlanda, Portugal, além de outros, deriva, quase por completo, de se admitir que essas agências se venham a comportar para com esses países como se comportaram com a Grécia. Aliás, elas deram já nesse sentido os primeiros passos.
E, no entanto, ninguém parece disposto a incomodá-las, acontecendo até que a superfície mais ostensiva de muitos discursos políticos oficiais deixa transparecer com frequência, implicitamente, a quase completa absolvição das agências de "rating", pela sua participação fraudulenta na crise. Pelo contrário, ao mesmo tempo, parece condenar exclusivamente um, outro e outro povo, pelas políticas que foram seguidas pelos respectivos governos. Isto, apesar de, na grande maioria dos casos, esses governos terem estado, no essencial, em consonância com as principais recomendações das instâncias internacionais públicas de controle económico. Instâncias que, aliás, hoje mais ou menos claramente, parecem querer admoestá-los. Tudo isto sem falar no ridículo que é o de se dizer que o país A ou B vive, viveu ou quer viver, acima das suas possibilidades, como se em todos eles não houvesse ricos nem pobres, mas apenas uma hipotética seara de pessoas iguais. E sem falar no escândalo de, para corrigir o país "gastador", se pretender cortar no pouco pão dos que têm menos, deixando-se à solta o desperdício dos que têm demais.
Aliás,em consonância com esses cínicos acordes de um ressequido neoliberalismo, pelo menos em Portugal, alguns políticos de direita, e um ou outro fazedor de opinião, tiveram a desfaçatez de culpar o nosso país, por ter ficado na mira das agências de "rating". Como se a possível fraqueza de uma vítima alguma vez deva ser passível de uma qualquer censura em detrimento da que há-de naturalmente resultar da culpa visível, ostensiva e grosseira do respectivo agressor.
Tudo isto vem a propósito de um esclarecedor texto da autoria da jornalista Pilar Blásquez, publicado ontem, pelo jornal espanhol "Público", intitulado "El castigo a las agencias de 'rating' sigue sin llegar". É esse texto que se transcreve de seguida, para informação dos interessados.
"No detectaron que Lehman Brothers estaba al borde de la quiebra, ni siquiera un día antes de aquel terrible suceso. El fraude de Madoff también se les escapó y fueron agentes activos en la construcción de las innumerables hipotecas basura que hundieron la economía mundial. Todos estos motivos son más que suficiente justificación para que las agencias de calificación de riesgo, Standard & Poor's, Fitch y Moody's se hayan convertido en las malas de la película financiera. Un argumento que nadie discute. Lo que no parece tan fácil de entender es por qué casi dos años después de la caída de Lehman, cada palabra suya sigue sonando a ley divina en los mercados financieros.
Tras el estallido de la burbuja de las subprime, todos pusieron el grito en cielo ante sus aberrantes prácticas. "Hay que acabar con esta tiranía", se dijo en la reunión del G-20, a final de 2008 en Washington. La ley americana que prevé un mayor control de estas empresas y la exigencias de publicar los estudios de riesgo de cada una de las operaciones quedó en el fondo del cajón desde entonces. Obama estaba más interesado en centrase en la reforma sanitaria, que le iba a reportar más votos, aunque ahora parece que va a retomar el tema.
La UE tiene una ley, pero no entrará en vigor hasta diciembre
A este lado del Atlántico, el esfuerzo por controlarlas ha llegado algo más lejos. Sobre el papel, porque en la práctica su reinado sigue intocable. La Comisión Europea tiene diseñada una nueva legislación que las obligará a sacar a luz su particular fórmula de la CocaCola. Es decir, qué criterios utilizan para calcular sus notas. También se les pedirá, entre otras cosas, la lista de sus clientes para controlar incompatibilidades. Además, se prevé que la CESR (la CNMV europea) controle su actividad. El problema es que, incomprensiblemente, la aplicación de esa ley no está prevista hasta diciembre de 2010.
"Si esta nueva normativa ya estuviera en marcha, la operativa de las agencias de rating sobre la deuda griega y el resto de países de estos últimos meses habría sido más moderada", han denunciado fuentes de Unión Europea. Pero no lo está y las continuas rebajas de rating a Grecia y sus bancos, a España, a Portugal... han alimentado el hambre feroz de los especuladores contra estos países.
Los principales escollos con los que se está topando la regulación, más allá del lobby financiero, es la falta de acuerdo de los expertos. Frente a los que abogan por una nueva regulación, están los que piden simplemente más control para que se apliquen las normas que ya existen, pero para esto se necesita mucho más personal y no parece haberlo.
Entre 2000 y 2007 las agencias aumentaron un 53% sus márgenes
En cualquier caso, conviene recordar que el poder casi divino de las agencias se lo otorgó hace décadas la Reserva Federal de EEUU y, más tarde, el resto de bancos centrales del mundo. Estas autoridades decidieron que para realizar transacciones en el mercado de crédito era necesario acreditar la calificación de estas empresas privadas, hasta entonces sin demasiado negocio.
La cumbre del éxito llegó con el último boom inmobliario y el negocio de las aseguradoras. Si antes del 2000 ningún cliente aportaba más del 1% de los ingresos, en esos años el negocio se concentró en las siete mayores aseguradoras del mundo. Entre 2000 y 2007, el margen del negocio de estas agencias se incrementó un 53%, cuando en el mismo período, Microsoft creció un 36%.
La connivencia entre el sector financiero y las agencias a la hora de diseñar las complicadas estructuras financieras de las hipotecas subprime parece cada vez más cerca de desenmascararse. Primero, porque el pasado 23 de abril, la comisión del Senado de EEUU que investiga la crisis, retomó el tema y, sobre todo, porque las demandas privadas por fraude contra las agencias de calificación se están disparando en aquel país. "
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