De um artigo de WALTER OPPENHEIMER, publicado no jornal espanhol, El País, de ontem, permito-me transcrever o seguinte extracto:
“El conservador Major, que gobernó entre 1990 y 1997 y era primer ministro durante la I Guerra del Golfo, explicó en el programa Today de BBC Radio 4 que a mediados de los años 90 el entonces presidente estadounidense Hill Clinton ya planteó la posibilidad de provocar un cambio de régimen en Irak y que su respuesta fue que cualquier intento de derrocar a Sadam tenía que ser legal y viable.
"Yo mismo era primer ministro durante la I Guerra del Golfo y cuando decía algo sabía que era absolutamente cierto y era lo correcto. Y siempre dije menos de lo que sabía", declara Major en la entrevista. "Di por descontado que [con Blair] ocurría lo mismo y apoyé, con reticencias, la segunda guerra de Irak".
Pero, a medida que avanzan los trabajos de la comisión que investiga el proceso que llevó al Reino Unido a apoyar la invasión, "crece la sospecha de que se trataba más de provocar un cambio de régimen que de armas de destrucción masiva". Y rechaza las recientes declaraciones de Blair de que la caída de Sadam ya justifica la guerra .
"Hay mucha gente mala en el mundo que está gobernando países y no los derrocamos. Y, desde luego, en años anteriores en realidad apoyamos a Sadam Husein cuando luchaba contra Irán", recuerda el ex primer ministro conservador. "El argumento de que alguien es un hombre malo es un argumento inadecuado para la guerra y desde luego es un argumento inadecuado e inaceptable para el cambio de régimen", concluye John Major.”
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Com estas declarações, o antigo primeiro-ministro conservador inglês pregou mais um prego no caixão da terceira via blairista. O que é inacreditável é que um fantasma reciclado dessa tendência perdida continue a asfixiar o trabalhismo inglês. Como o é que as equipas dirigentes dos partidos que integram o Partido Socialista Europeu continuem a ser tão complacentes para com os acordes mórbidos desse espectro.
É como se sobrevivesse ainda no comportamento de alguns desses partidos, essa ilusão já morta de uma via sem saída. Como se assim se impusesse a ficção doentia da sua sobrevivência impossível. De facto, a transigência e a tergiversação perante o neoliberalismo, que são afinal o esqueleto oculto dessa via ilusória, se não forem varridos com decisão e clareza do horizonte dos socialistas europeus, podem transformar-se numa paralisia duradoura das ambições futurantes que deviam ser apanágio desses partidos.
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