Vou transcrever do diário espanhol, “ El País”, um artigo de Juan Miguel Munoz que retrata a triste decadência do partido que representa em Israel a Internacional Socialista. O texto fala por si, mas não deixa de chamar a nossa atenção para os resultados que pode provocar, no longo prazo, a via de uma descaracterização política reiterada. Principalmente, quando é seguida por um partido de esquerda, que há muito tem vindo a ancorar a sua suposta “modernidade” numa prolongada promiscuidade com a direita. Eis o texto:
El laborismo israelí se hunde
El laborismo israelí se hunde
El partido fundador del Estado hebreo cae en los sondeos hasta un irrelevante 7% ante las elecciones de febrero
JUAN MIGUEL MUÑOZ - Jerusalén - 04/12/2008
"Nacido laborista, siempre laborista". Moshe Dayan proclamó su profesión de fe cuando su eterno rival, Menahem Begin, le propuso formar parte de su Gobierno en 1977. Pero esa fidelidad inquebrantable del electorado y de los líderes del partido ha decaído sin freno en las tres últimas décadas. Hoy, la organización que construyó el Estado de Israel desde los cimientos, que decidió en solitario la política exterior y de defensa durante la primera mitad de sus 60 años de existencia, que rara vez ha sufrido el frío de la oposición, es un buque a la deriva.
Militantes, simpatizantes y algún dirigente abandonan el barco. Si ahora cuenta con 19 escaños en la Kneset (Parlamento), la magra cosecha recogida en las elecciones de 2006, las encuestas le auguran que no alcanzará la decena en los comicios legislativos del 10 de febrero. Los sondeos le otorgan de media un 7% de los votos.
Con un líder, Ehud Barak, desprestigiado; sin bandera electoral; habiendo marginado las causas sociales, al laborismo le aguardan tiempos crueles: puede convertirse en el quinto partido de la Cámara.
El martes acaeció un mal presagio para un movimiento que pretendía ofrecer imagen de modernización. Celebraba las primarias para que sus 60.000 afiliados eligieran la lista electoral mediante un innovador sistema de voto electrónico. El sistema informático colapsó y deben repetirse hoy con la deprimente percepción de que sólo los 10 primeros candidatos tienen opciones de lograr acta de diputado. A lo sumo. Algún sondeo arroja resultados dramáticos: seis asientos en el Parlamento.
Hace ya muchos años que el Partido Laborista, la formación de Ben Gurion, Golda Meir, Isaac Rabin, perdió el rumbo. En Israel, la etiqueta de izquierda se asocia más a la disposición a negociar con los vecinos árabes y con los palestinos que a las propuestas en el orden social y económico. Las diferencias entre los bloques conservador y progresista se reducen hoy a matices. Ha sido un largo proceso en el que se han difuminado los rasgos distintivos del partido fundador del Estado.
Ya un cuarto de siglo atrás, la izquierda se alineó con el Likud. Apoyó al primer ministro Menahem Begin y a su ministro de Defensa, Ariel Sharon, en la aventura de la primera guerra de Líbano, sólo tres años después de que fuera Begin quien firmara la paz con Egipto. La derecha ha usurpado el discurso -Kadima habla abiertamente de Estado palestino- a una izquierda incapaz de reaccionar.
Nadie ignora que los primeros ministros laboristas impulsaron la colonización de los territorios palestinos tanto o más que sus rivales derechistas, y el electorado sabe que fue Sharon quien ordenó la evacuación de Gaza en 2005. "El Partido Laborista ha cumplido su misión histórica. Hoy no presenta ninguna agenda nacional y es aliado de cualquier coalición", ha opinado el novelista Amos Oz.
Otro factor ligado a la arrogante personalidad de Barak se añade para propiciar el desastre político al que está abocado el laborismo. Carentes de un liderazgo firme -cinco presidentes en siete años- y de relevantes propuestas en el ámbito social -en un país en el que un tercio de sus niños son pobres y la brecha de la desigualdad alcanza las cotas más elevadas del mundo industrializado-, causa irritación que Barak hable del "capitalismo porcino" desde su lujosísima vivienda de Tel Aviv, tras amasar una fortuna en los últimos años.
Los analistas lo tienen claro: los laboristas perderán votos por la derecha a favor de Kadima. Y por la izquierda amenaza Meretz, un partido que llegó a disponer de 12 escaños y que ahora languidece con cinco, pero que espera un resurgir debido a las críticas de prestigiosos intelectuales hacia la deriva del laborismo.
El presidente de Meretz, Haim Orom, conversa con Oz y con el escritor David Grossman, entre otros, para recabar su respaldo. Incluso los asesores de Barak durante su mandato como jefe del Ejecutivo (1999- 2001) le han dejado en la estacada y sopesan sumarse a Meretz.
"El liderazgo de Barak no funciona. No tiene carisma. El laborismo representaba a las clases media y media-alta que ahora votarán a la derecha. Y quien sea de izquierdas, elegirá a Meretz", explica Mario Sznajder, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
"Barak", prosigue, "fue un desastre. Su Gobierno se cayó a pedazos. Las negociaciones de Camp David con los palestinos en 2000 fracasaron y estalló la segunda Intifada. Ordenó la retirada del sur de Líbano y ello condujo a la guerra de 2006. Los ricos votarán al Likud porque Benjamin Netanyahu les promete todo, y los sectores más desfavorecidos, también. Barak no tiene capacidad para formar Gobierno. Todo el mundo lo sabe".
Los líderes del laborismo tampoco lo ignoran. Es por ello que políticos muy cercanos a Barak le aconsejan una iniciativa que sólo refleja la desesperación que les embarga: convencer a Kadima y a su líder, Tzipi Livni, de concurrir unidos a las urnas. Una tarea delicada. Barak y Livni, que también mengua en los sondeos, se detestan cordialmente. Sólo el temor a un contundente triunfo de Netanyahu puede favorecer ese acercamiento.
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