Os grandes grupos da comunicação social brasileira tentam agora esconder as
reações populares ao golpe que ajudaram a promover contra Dilma. Com raras
exceções, os principais órgãos da comunicação social portuguesa são estranhamnete
sóbrios nas noticias sobre os protestos
contra o governo de Temer. Sobriedade essa que nunca mostraram,
quando se tratava de noticiar as manifestações contra Dilma.
Esta falta de imparcialidade mina a
credibilidade da comunicação social, que não podemos deixar de considerar tendenciosa, cobarde e incompetente.
Principalmente, os grandes grupos brasileiros, mas também, ainda que em menor
grau, os principais meios de comunicação social portugueses.Mas enquanto
pudermos, não devemos deixar que escondam a verdade.
Por isso, julguei ser útil transcrever no meu blog um texto retirado do jornal espanhol El País , enviado hoje
mesmo (dia 10 de setembro) de S.Paulo, pelo jornalista Tom C. Avendaño .
O
título do texto é: La
impopularidad de Temer eclipsa la nueva etapa de Brasil. Logo a seguir ao título, vem escrita a seguinte
frase: “El nuevo presidente brasileño disfruta de una tímida
aprobación en el exterior pero sufre protestas y abucheos continuos en su país.”
Ei-lo:
“Esta tendría que
haber sido una semana razonablemente buena para el nuevo presidente de Brasil,
Michel Temer, vistos los importantes aliados que le han brindado su apoyo. El
vicepresidente de EE UU, Joe Biden, aseguró que su llegada al poder, tras la
polémica destitución de Dilma Rousseff, “siguió la Constitución” y que por
tanto, la primera potencia mundial “seguirá trabajando” con él. El
presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, le dio su apoyo explícito en el G20. Sin embargo, las
manifestaciones en su contra se suceden por todo el país desde el mismo día de
su investidura y empañaron su primer gran acto oficial: el desfile del Día de
la Independencia. Según el diario Folha de S. Paulo, su equipo de comunicación
admitía esta semana que ya es tarde para cambiar la imagen que buena parte de
la población tiene de él como un golpista que no merece estar en el poder.
Michel Temer no es un presidente popular. Tenía un 14% de aprobación el
miércoles 31 de agosto que fue investido sin pasar por las urnas. Lo que su
equipo no imaginaba, y está descubriendo ahora, es hasta qué punto
resulta impopular. Las calles de São Paulo viven protestas desde el mismo día de su investidura. Él las
intentó despachar como algo puntual: “Esas 40 personas que rompen coches”, dijo
el viernes día 2. Dos días después, una multitud de 100.000 personas colapsó la Avenida Paulista,
arteria central de la ciudad, con el grito que unifica a todos sus críticos:
“Fora Temer” (Fuera Temer). La Policía disolvió la manifestación con bombas de
humo y su ministro de Economía admitió: “Es un número considerable de gente”.
En los días siguientes, São Paulo ha
vivido dos manifestaciones más. No tan grandes, pero ninguna de
ellas bajaba de varios miles de personas.
Temer fue más precavido cuando le tocó presidir el tradicional desfile militar del Día de la Independencia, el 7 de
septiembre. Llegó en un coche cubierto, cuando sus antecesores en el
cargo, Lula da Silva y Dilma Rousseff, lo hacían en el Rolls Royce descapotable
del Palacio de la Alvorada para bañarse en aplausos. Los agentes encargados de
la seguridad recibieron la orden de ni molestarse en silenciar los abucheos y
centrarse solo en las pancartas. La realidad volvió a superar las expectativas:
los abucheos llegaron incluso desde los asientos reservados para los invitados
de los funcionarios. Ese día hubo manifestaciones en su contra en Brasilia,
Recife (hasta 20.000 personas, según la organización), Belo Horizonte y Río de
Janeiro (10.000 en cada uno) y São Paulo. Ese mismo día Temer acudió a la ceremonia de inauguración de los Juegos Paralímpicos
en Río de Janeiro. También fue abucheado, como lo había sido cuando inauguró los Juegos Olímpicos.
Pero la verdadera fuerza del Fora Temer no está en los grandes actos
multitudinarios, sino en su ubicuidad en los núcleos urbanos. Son las palabras
que están pintadas en los barrios de todo São Paulo. Es la frase con la que
muchos jóvenes han empezado a iniciar y terminar conversaciones. Muchos
usuarios de redes sociales han notado que se grita Fora Temer en las proyecciones de Aquarius, la película brasileña de moda. Es con lo que se silenció al ministro de Cultura, cuando intentó hablar en un festival de
cine en Río de Janeiro. Cuando se inauguró la Bienale de São Paulo, fue entre artistas que gritaban Fora
Temer. El pasado jueves, cuando el cantante Johnny Hooker actuó en directo en
televisión, el teclista de la cadena, Globo, para muchos conservadora, llevaba una camiseta con esas palabras. El cámara dejó de
enfocarle.
Su equipo de
comunicación ha intentado aprovechar la popularidad de la frase lanzando el eslogan Bora Temer (Vamos, Temer). Aquel
despropósito fue motivo de grandes carcajadas en redes sociales y en las
calles, los manifestantes se dedicaron a convertir, sin mucho problema, la B en
una F. Ese mismo equipo es el que ha emitido el pesimista informe de que, a
estas alturas, es probablemente tarde para rebatir la imagen que proyecta
Temer.
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