No
excelente jornal espanhol Público, foi recentemente (18.08.14) difundido
um texto sobre o que está a ocorrer na Ucrânia e sobre o modo como o complexo
mediático internacional dominante a isso se refere. Merece ser lido. As versões
unilaterais sobre o que ali se passa são demasiado primárias para serem
verdadeiramente esclarecedoras.
É
seu autor Vicenç Navarro que foi Catedrático de Economia Aplicada na
Universidade de Barcelona, sendo actualmente
Catedrático de Ciências Políticas e Sociais, Universidade Pompeu Fabra (Barcelona). É
também professor de Políticas Públicas na John
Hopkins University (Baltimore, EEUU) . É um dos investigadores espanhóis
mais citados na literatura científica internacional em ciências sociais.
O texto, que se assume como reflexo de um pensamento crítico, intitula-se: “Lo que continúa ocultándose en la cobertura mediática de Ucrania”. Ei-lo:
“Cuando se escriba la historia de lo que está ocurriendo
en Ucrania, espero que se documente claramente la enorme manipulación que los
medios de mayor difusión en España están realizando sobre lo que está
ocurriendo ahora en aquel país. La versión oficial, sin ninguna voz alternativa
que la desmienta, es que la población en Ucrania desea la libertad, lo que
significa integrarse en la
Unión Europea , frente a unas fuerzas pro rusas que están
lideradas y manipuladas por el dirigente ruso Vladímir Putin, que desea la
escisión de las partes del este y del sur de Ucrania y su integración en Rusia.
La guerra que estamos viendo en aquel país se está llevando a cabo también a
nivel mediático, ocultando hechos, exagerando otros y mintiendo a mansalva.
A los que sean escépticos respecto a la credibilidad de
los medios les aconsejo que, además de leer mis artículos (“Lo que no se está
diciendo sobre Ucrania”, Público, 18.03.14; “Lo que no se está diciendo sobre
Ucrania. Parte II”, Público, 31.03.14; “Las falsedades de los mayores medios
españoles en su cobertura de Ucrania”, Público, 24.04.14), lean la entrevista a
Volodymyr Ishchenko (a partir de ahora VI), director de la revista de
izquierdas ucraniana Spilne, publicada en el último número (nº 87) de New Left
Review (pp. 7-33). La Ucrania que este autor, sociólogo de formación, describe
y la que usted conoce a través de los rotativos de mayor difusión no se parecen
en nada. Está claro que una de las versiones de Ucrania –la de VI o la de los medios
españoles de mayor difusión– no responde a la realidad. La
evidencia, fácilmente contrastable, señala claramente que son los mayores
medios de información los que han falsificado la situación.
VI indica que Putin es un oligarca ruso carente de
sensibilidad democrática. Hasta aquí nada nuevo. Ahora bien, la gran diferencia
es que la evidencia existente, mostrada por VI, no avala la postura promovida
por los medios de información de que Putin desea integrar a Rusia las partes
sur y este de Ucrania. Como VI indica, tal integración le supondría un enorme
coste económico a Rusia, y lo que es igualmente importante, no tendría ni las
garantías ni la seguridad de que pudiera controlar al movimiento pro ruso que
ya existe en estas partes de Ucrania. En realidad, estos movimientos pro rusos
están muy inspirados por la experiencia ocurrida en Ucrania durante la II Guerra Mundial.
Su memoria y punto de referencia histórico es más la Unión Soviética
que Rusia. La memoria histórica viva en esas partes de Ucrania es la que
recuerda la lucha de las clases populares, como parte de la Unión Soviética ,
contra el nazismo, incluyendo el fascismo ucraniano, cuyos herederos están hoy
muy bien representadas en el gobierno ucraniano, controlando puestos
estratégicos, tanto en el gobierno actual de Ucrania como en el movimiento
nacionalista ucraniano y en el movimiento Maidán, que desean hoy la integración
de Ucrania en la Unión
Europea.
VI señala que los símbolos y la narrativa de la mayoría
de movimientos pro rusos del sureste de Ucrania son los del lado soviético
durante la II
Guerra Mundial. De ahí que VI subraye que lo último que desea
Putin es, precisamente, recuperar el proyecto soviético en Rusia. Es más, la
notable simpatía que estos movimientos están generando en Rusia está poniendo a
Putin en una situación muy incómoda. Putin pagaría un coste político elevado si
se presentara como anti movimiento pro ruso en Ucrania (que tiene un importante
componente pro soviético). Este movimiento originalmente no era secesionista,
pero se está transformando en tal, en respuesta a la postura anti rusa del
nacionalismo ucraniano, que ha ido adquiriendo un tono fascista más y más
acentuado, con actitudes nazis, alabando y considerándose sucesor de las tropas
ucranianas pro nazis que lucharon contra la Unión Soviética. Esta
actitud se mostró en su máxima expresión cuando se quemaron vivos a treinta
manifestantes pro rusos en el incendio provocado por los pro nazis en el
edificio central de los sindicatos donde estaban refugiados tales
manifestantes. Tal como ha indicado el Profesor Stephen Cohen, uno de los
mayores expertos en temas soviéticos en EEUU, se está reviviendo la II Guerra Mundial
en el territorio ucraniano (Stephen F.
Cohen “Kiev’s Atrocities and the Silence of the Hawks”, The
Nation, 04.08.14).
La enorme influencia de la ultraderecha en el gobierno
ucraniano y en la dirección de algunos movimientos anti rusos se debe, en gran
parte, a su capacidad organizativa y medios proveídos, en parte, por las
oligarquías ucranianas, así como el apoyo recibido del gobierno federal de EEUU
y de la Unión
Europea. No refleja la opinión del pueblo ucraniano que
reside tanto en el este como en el oeste (la mayoría de la población ucraniana
no apoya la integración de Ucrania en la OTAN, deseo sí expresado por el
gobierno de Ucrania), aun cuando el nacionalismo, sin alcanzar las expresiones
pro nazis de la ultraderecha, está extendido entre la mayoría de la población
del oeste de Ucrania.
La guerra civil en
Ucrania: quién es quién
Es también interesante subrayar que la intervención
militar de lo que se llama “ejército ucraniano” es más una intervención de
grupos armados próximos a la ultraderecha que no de unidades del ejército
ucraniano. El generalato no se fía del comportamiento de los soldados regulares
del ejército. Y los grupos armados son grupos altamente ideologizados
pertenecientes, en su mayoría, a la órbita de la ultraderecha (tal como ha
señalado The New York Times, 10.08.14, p.7). Es un error creer (como así hacen
los firmantes del manifiesto de apoyo a los movimientos ucranianos a favor de
su integración en la UE, y que incluyen a Ulrich Beck, Claus Offe, Slavoj Zizek
o Saskia Sassen, entre otros) que la mayoría de la población del oeste
favorable a la integración en la UE son fuerzas progresistas, “cuya integración
en la UE contribuirá a hacer tal unión más justa” (ver el manifiesto “Support
Ukrainians and they can help us build a fairer Europe”, The Guardian, enero
2014). En realidad, estos movimientos apoyan un Estado jacobino que prohibió el
ruso como lengua oficial ucraniana (su visión del Estado es parecida a la de
los jacobinos españoles) y favorecen las políticas neoliberales impuestas por
la Troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea
y el Banco Central Europeo), como hacen las derechas en España. En cuanto a las
fuerzas pro rusas, que en sus inicios eran más federalistas que secesionistas,
son milicias armadas, en su mayoría de origen civil, que tienen también el
apoyo de ciudadanos rusos pertenecientes en su mayoría a movimientos
nacionalistas rusos, así como de otros países que se identifican con su causa.
Su programa, por cierto, no es un programa de nacionalización de los
principales medios de producción (con notables excepciones), con escasa
incidencia en las coordenadas de poder existentes en estas partes de Ucrania.
Las supuestas
elecciones democráticas en Ucrania
Las elecciones a Presidente de Ucrania, presentadas como
necesarias para recuperar la credibilidad democrática del Estado, registraron
la mayor abstención que se haya producido en Ucrania después del colapso de la Unión Soviética. El
ganador fue el Sr. Petro Poroshenko, un billonario (la sexta persona más rica
de Ucrania, según Forbes) que controla algunos de los medios de información más
importantes del oeste de Ucrania. La gran mayoría de la población del este y
sur de Ucrania se abstuvo en las elecciones, habiendo indicado que su
abstención se debía a causas políticas: su distanciamiento con el resto de
Ucrania. En realidad, el movimiento Maidán, que inició las movilizaciones en
las plazas del oeste de Ucrania, son, sobre todo, clases medias y estudiantes
que, como subraya VI, han idealizado a la UE, deseando entrar en ella, incluso
a costa de las enormes medidas de austeridad que la UE y el Fondo Monetario
Internacional están poniendo como condición para la integración de Ucrania en la UE. El movimiento Maidán no
son los “indignados” de Ucrania, como erróneamente han presentado y descrito
los medios españoles. Sus propuestas son de claro tinte neoliberal, y entran en
conflicto con los deseos de las clases populares. Tales propuestas económicas,
sin embargo, no tienen gran visibilidad mediática, enfatizándose más su
nacionalismo que su neoliberalismo. En realidad, la revuelta del este y sur de
Ucrania es no solo una protesta frente al nacionalismo ucraniano
ultraderechista, sino también una protesta frente a su neoliberalismo. Uno de
los lugares donde esta protesta ha sido mayor es la región de Donetsk,
redefinida por lo pro rusos como la República Popular
de Donetsk. Ahora bien, tampoco hay que idealizar a las fuerzas pro rusas,
algunas de las cuales incluyen nacionalistas rusos próximos a la Iglesia Ortodoxa
rusa que desean prohibir el aborto en la nueva república. En este contexto, la
influencia extranjera, en ambos lados, complica la situación enormemente,
creando las bases para una nueva Guerra Fría que puede convertirse en caliente
en caso de que no haya un movimiento internacional de protesta.”